El concepto de sostenibilidad financiera hace referencia a la suficiencia de insumos y recursos, tanto humanos como técnicos, que permitan estabilidad a mediano y largo plazo.
Hace parte del triángulo de sostenibilidad que se compone de las dimensiones económica, medioambiental y social.
La sostenibilidad financiera hace parte de la dimensión económica, y no se asocia exclusivamente a los dividendos o cálculos que hace una empresa. Está relacionada también a la forma de tomar decisiones: cómo, dónde y con quién hacer negocios.
Por otra parte, la preservación del medio ambiente cumple un rol fundamental. A través de la explotación de recursos se obtiene gran parte de la materia prima de las empresas, que es imprescindible en los procesos de producción.
A causa de esto, las compañías deben cumplir sus compromisos frente al cuidado del planeta, para garantizar el suministro de sus insumos en el futuro.
Las inversiones responsables, por ejemplo en proyectos de energías renovables, reducen la huella de carbono emitida en gran parte por las industrias y al mismo tiempo cuidan la salud financiera de las empresas a largo plazo.
A continuación, se presentan algunos elementos para lograr la sostenibilidad financiera:
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Planificación apropiada. Toda empresa debe proyectarse acorde al contexto y objetivos. A pesar de la incertidumbre que atraviesan los mercados como consecuencia de las crisis políticas y económicas, es imprescindible contar con un plan de acción.
Durante la fase de ideas se pueden proponer un análisis para presentar proyectos y reinventar el modelo de negocio. Los programas operativos también deben ser priorizados.
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Cada gasto cuenta. La salud financiera de una empresa depende en gran medida de la contabilización de cada gasto, por pequeño que sean.
Una variable fundamental es el tiempo, al ser el recurso más valioso al momento de atribuir el costo del talento humano y sus labores. Por eso, la organización debe ubicar de manera estratégica a cada persona para generar valor, entendiendo que este último va más allá del costo.
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Todas las organizaciones viven de las ventas. No hay que olvidar que los ingresos de las empresas siempre se logran por medio de las ventas, ya sea de productos o servicios.
Un ejemplo son las Organizaciones No Gubernamentales, que no venden productos sino causas, y aunque el usuario no paga por el servicio sí lo hace un tercero. Por tal motivo, es importante orientar el objetivo de venta hacia el impacto de compra en el público, incluso sobre los beneficios que ofrece el producto.
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Competitividad y colaboración. Otro aspecto importante para lograr la sostenibilidad financiera es contar con los recursos necesarios para competir en el mercado. A veces se tiene la idea de que la competitividad es enemiga de la economía colaborativa, pero no es así.
Bajo principios de solidaridad, la sana competencia genera beneficio mutuo entre las empresas. Por ejemplo, a partir de la gestión adecuada es posible compartir recursos y prolongar su uso.
Además, existe una probabilidad de coexistir en competencia cuando cada empresa tiene una ventaja competitiva distinta, asociada también al valor agregado.
Este último se puede obtener por medio de la optimización en procesos de producción, un modelo de negocio bien estructurado, capital humano comprometido y mejoras en la experiencia que se brinda al usuario.
Además, no se genera por una inversión directa, sino que se percibe como elemento diferenciador del producto.
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Decisiones responsables. El pilar económico es quizás el más importante, pero no el único al que se le debe invertir energía y presupuesto para garantizar el triángulo de sostenibilidad.
La responsabilidad en los gastos e inversiones permite que los rendimientos se mantengan y los colaboradores permanezcan en sus cargos. De esta manera, se fomenta y conserva el empleo sin afectar el salario de los mismos ni los resultados financieros.
En conclusión, para que los rendimientos financieros se mantengan durante largo plazo, las marcas deben tomar decisiones éticas bajo los criterios de sostenibilidad y competitividad.
Entender que las ventas son la fuente principal de ingresos, pero no la única. Para mantener un modelo de negocio exitoso y sostenible en términos financieros, también se debe generar valor a la sociedad con el producto/servicio mismo y al talento humano que nos colabora.
