Esta teoría desarrollada por Michael Porter define el valor compartido como la estrategia a través de la cual las empresas impactan positivamente sobre las condiciones sociales y económicas de su entorno cercano, mientras generan rentabilidades.
Es así como dejan de ser organizaciones orientadas a los resultados financieros exclusivamente para convertirse en actores que promueven sociedades más sostenibles y equitativas.
El concepto es relativamente nuevo y se desarrolla a través de acciones vinculadas a los pilares de sostenibilidad empresarial, que responden a los aspectos sociales, ambientales y económicos.
Las empresas pueden aportar a la sociedad sin realizar mayores inversiones, como ocurre con las acciones asociadas a responsabilidad social. La idea es contribuir a través de la misma compañía para que resulte rentable.
El valor compartido también aparece como respuesta a la necesidad de generar iniciativas frente a la explotación de recursos y hábitos de consumo masivo en las organizaciones. Este daño debe mitigarse sin generar pérdidas graves en los ingresos.
El trabajo de las organizaciones puede impulsar el desarrollo de las comunidades y mejorar sus condiciones de vida, pero en este sentido no debe entenderse como responsabilidad social o beneficencia.
Lo que hace el valor compartido es evolucionar el concepto de responsabilidad social. Las marcas no dejan de lado su modelo de negocio, por el contrario, lo orientan a resolver las necesidades de la comunidad.
¿Cómo crear valor compartido?
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Crear productos y servicios dedicados a resolver problemas.
La empresa debe verse como un fin para resolver un problema específico de la sociedad, no como un medio para generar beneficios económicos. En la medida en que resuelva el problema de forma exitosa y genuina, el éxito económico vendrá automáticamente.
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Promover prácticas que permitan un mejor aprovechamiento de los recursos naturales.
Para ello, se deben implementar hábitos de consumo responsable en las instalaciones como el reciclaje y el ahorro de agua, energía y papel. El uso eficiente de recursos debe ser un asunto de todos los empleados.
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Las políticas que finalmente se aprueben para nuestra empresa, deben hacerse exigibles a los proveedores, al menos en una mínima versión. Crecimiento en productividad de la cadena de valor y colaboradores propios.
Las compañías pueden potenciar su rendimiento al mismo tiempo que el crecimiento personal de sus colaboradores.
Este apoyo no solo garantiza el aumento en la calidad de vida de los trabajadores, sino el equilibrio de la productividad en las labores, servicio y ambiente laboral.
Por ejemplo, cuando se implementan campañas de educación que forman a los empleados en áreas estratégicas, mientras potencian sus perfiles profesionales.
También es importante realizar seguimiento a la cadena de producción y proveedores. Esto en el sentido de revisar la agilidad de sus procesos de producción, la calidad de sus productos, y lo adecuado de sus procesos de recursos humanos.
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Colaboración activa en el clúster al que pertenezca.
Un clúster es un grupo de empresas que pertenecen a diferentes sectores económicos, pero que están relacionadas por estar inmersas en una misma cadena de valor. Es decir, el productor, el distribuidor, el productor de elementos accesorios, los centros de investigación relacionados a los productos y otros relacionados.
Toda empresa debería ser consciente del clúster al que pertenece, y explorar las oportunidades asociativas con las demás empresas. Esto les permitirá crear sinergias que finalmente beneficien a la comunidad y a las empresas mismas.
Un ejemplo de ello es la alianza entre Porvenir y la Universidad del Rosario para investigar las condiciones de emprendimiento del Adulto Mayor. La universidad tiene un centro especializado en estudiar temas de emprendimiento, y se asoció con Porvenir para generar ideas que le permitan a los pensionados crear empresa.
¿Cómo mi empresa de beneficia de un modelo de Valor Compartido?
- Ahorro en recursos de producción. Hacer sostenibles los modelos de negocio es todo un reto a asumir por parte de las compañías. Es el camino para mantener los recursos que se demandan durante el tiempo y cuidar al planeta del cambio climático.
- Potencia el propósito de las empresas. En este sentido, entienden su propósito más allá de la rentabilidad del producto o servicio que ofrecen.
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Genera ventaja competitiva. Cuando las empresas contribuyen a mejorar las condiciones de vida de la sociedad, sin intención de compensar los impactos negativos que producen, generan valor agregado sobre sus competidores.
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Mejores índices de percepción. Las marcas sostenibles logran que su impacto generado sea reconocido. Una de las fuentes que genera valor compartido, por ejemplo, son las condiciones y personal óptimo en las labores de servicio al cliente, donde se mejora la experiencia de los usuarios.
El crecimiento empresarial no es sinónimo de retroceso en los procesos comunitarios, por el contrario, es un un aliado muy importante para lograr que la sociedad progrese en términos sociales, económicos y de innovación.
